Agüarezco.
Bajo un motín de sentimientos
trenzados entre halagos
de esta historia que comienza.
Acallo.
Lamentos ajenos
que acunan, herida sobre herida,
la desventura lejana de perder.
Me siento hombre y discípulo.
Lejos del desguace de sueños
que convirtió mi pasado
en sutil himno de perdón.
Hoy me siento victorioso
y no pediré indulgencia.
Aprendo a vivir riendo,
ya que llorando nací.