Existe magia
en el tarareo de una niña
a sus juguetes del momento.
En la conversación íntima.
En la caprichosa luz
que entra en su cuarto
y juega con el espacio
hasta darle vida.
En los colores anárquicos
que rodean la escena.
En la niñez
en estado puro.
En los instantes
en que sucede.
En el recuerdo
que mejora tu vida.
En mis brazos que te buscan.
En tu sonrisa sorprendida.
En la palabra “papi”.
En la palabra “cariño”.
En ti y en mí.
En nosotros.