Traspasemos los muros de nuestra intrahistoria.
Hagamos heredero universal al viento.
Cantemos secretos en las esquinas del barrio.
El enigma numero uno se disipó
al besar aquellos trémulos labios
que me ofreciste con vida propia.
Una minuciosa prosa entreverada.
Traspasamos los muros de la infancia.
Desembocamos de golpe en el deseo.
Mientras querías me llevabas en volandas.
Atareabas mis dispersos pensamientos.
Los centraste en el sabor de tu piel.
El resultado ha sido una nostalgia bordada.
Un especio intercostal absorto y punzante.
Una bosa nova cimbreante de pies a cabeza.
Una fábula inevitable que emergió de la entrega.
Una cuarentena de sentimientos que explotó
Entre cuatro brazos que compusieron esta historia.
Abriste continentes donde anidaban valles.
Subrayaste la evidencia de un vuelo rasante.
En pocas palabras, me ganaste para tu causa.
Fuimos anárquicos, aunque respetuosos.
Revolucionamos el entorno y el interior.
Con la única causa de buscar tus abrazos.
Salvamos el fuego presencial
con la búsqueda constante
De un hola y adiós.
Pequeños paréntesis
que consolidaron la vida
desde tu piel a la mía.
Fuiste. Aun eres y serás,
la sutil pátina indeleble,
en que me convertiste.