Una maravillosa y tierna historia de amor.
Un recuerdo con vida propia,
cuyo espacio y tiempo,
se reinventan
con cada pensamiento.
No entiendo esta perseverancia.
Pero tengo muchas vidas
Para aprender.
Para aprenderte.
Para rendirme.
Al fin y al cabo,
lo único que vence la muerte,
es la vida.
Converger en las venas,
tan intensos, como radicales.
Hay sensaciones indomables
que no pueden quedarse flotando
entre la insustancial distancia
de un quiero y no puedo.
No lleguemos a sentirnos
como dos soledades
incapaces de amarnos.
Es tanto el deseo,
que te convertiré en mi pecado.