Cosida a lo imperceptible

domingo, diciembre 20, 2009 Permalink 0

Aun no estoy despierto de viejas alegrías.

Las guardo, celoso, en un bote de cristal

junto a unas cuentas alhajas de kiosco.

El tesoro del reino privado de Pedro.



Un solo segundo de recuerdo

extraído del fondo de ese bote

me libra de toda pesadilla

y devuelve las ganas de luchar.



Allí guardo algo que siempre queda.

El humilde origen.

Las tardes de pan y mantequilla,

un trozo de chocolate y una sonrisa.



Ni el constante martilleo de las gotas de frustración,

que algunos episodios posteriores fueron horadando.

La primera piel del despertar granado de ilusiones

fue incapaz de domeñar un poder incalculable.



Amo lo que descubro.

Cada pequeña cosa.

Con la misma intensidad

con que sueño cada día.



Al final conforman

mi universo vital.

una energía indeleble

cosida a lo imperceptible.