Donde se templa el metal

sábado, septiembre 4, 2010 Permalink 0

Querida madre:









Hoy he llorado

como me enseñaste

que nunca debería hacer.





Siento que he llegado,

y sin embargo no hay final.

Todo es una etapa más

que tenemos que superar.





No sé por que lo he hecho.

Soy feliz. Me va bien.

Profesional y personalmente,

y sin embargo me derrumbé.





Duró un instante.

Una disimulada mueca,

casi imperceptible,

con epicentro dentro de mí.





Estoy acostumbrado a pelear.

Nunca pudiste darme nada.

Y nada tengo que malgastar.



Tal vez he tomado conciencia

que no voy a liderar este mundo.

Ese que soñaba mientras armaba la revolución

entre series de la tele y cucharadas de sopor.





He llegado a la conclusión que no ganaré

Pero si algo valoro de tu herencia

Es que me enseñaste a no arrodillarme.

Y eso me permitirá saber que sin duda resistiré.





Donde se enciende la fragua.

Donde se templa el metal.

Donde los corazones rezan.

Y la razón se enfrenta.