No hay suficiente cielo.
Ni estrellas.
Ni horizonte.
Ni tan siquiera tierra.
Existe un hoy,
regado de ayer.
Y ribeteado de azul
cuando aspiro tu piel.
Y existe la lluvia.
Que me da vida y empapa.
Y los rayos, truenos y tormentas
con los que, temblorosa, me abrazas.
Y voy viviendo.
Unos días al sol.
Otros a la sombra.
Aunque en realidad te añoro.