“Adueñarme de la carne.”
Esta frase es recurrente en mis sueños.
Por el que aspiro placer
bajo el santuario de tus brazos.
Un sentimiento esencial
en el borde que delimita
la satisfacción espiritual
y el apetito del alma.
Improntas que no comprendo.
Velando la deidad
que conforma tu espalda
sobre el vaivén del mar.
Entre el cimbreo de las alas
de una gaviota perdida,
El aroma desperdigado de a tarde
inunda un resuello silente y prohibido