Mi sueño nunca morirá doblegado

jueves, julio 4, 2013 Permalink 0


Soy cronista del asedio

que el tiempo mancha sobre las manos.

Invado con precisión los miedos

a ese último amanecer que tanto tememos.

La parálisis en la noción del tiempo,

que no es apego ni locura.

Soy el espectro de la rosaleda que emanó tinte rojo

y hoy exuda inertes espinas.

Las especias y el vino han dejado de saber.

El silencio traicionero es la moneda corriente.

La monotonía del herido no conmueve al vencedor.

No se mezclan las emociones. Son agua y aceite.

Mantengo a raya la erupción de mis propios sentimientos.

Alterno estandartes con pactos intransigentes.

Implosiono.

Me apago.

En silencio.

Lejano.

Al final,

esto se narrará como el suicidio

de un desconocido.

Si cae el templo de la carne,

pelearé desde el exilio.

De frente al rostro del hambre.

Al fin y al cabo,

mi sueño nunca

morirá doblegado.