Busco ayuda. Y tal vez sosiego.
¿Queda alguien en la tierra?
En mi barrio lloran los geranios.
La sentencia se conforma.
La oscuridad la infiere el verbo.
O tal vez su ausencia.
El quieto encanto aburguesado.
Albergue de plumas nuca ahuecadas.
Infames parábolas de arena.
Dedos desengañados e inexpresivos.
Besos jadeantes sobre el escote.
Bajo el imperio de la ilusión
Crece, en silencio, la eternidad.
Sojuzgo, tal vez, el mísero disentir.
Pero me crie con leche virtuosa.
Tengo aversión a calentar la silla.
A esperar para que me den cuerda.
A dar las horas templadas y justas.
Creo en la supremacía de lo incorrecto.
De la conducta intensa y rocambolesca.
De las trincheras rendidas a la evidencia.
De la sintaxis de una loca ventisca.
Del imperio exclusivo de los sentidos.
Del escándalo de la paz conquistada.
Del néctar de las mañanas tempranas.
Y tal vez. Solo tal vez.
Corazón esperanzado y desangrado.