Tengo ocho minutos para escribirte.
Quizás diez.
Siento que tu aroma me invade.
Mis manos enloquecen.
Siento tus palabras en mi cuello.
Y no paro de volar.
Tengo ocho minutos
para ofrecerte un mundo envuelto.
Un sueño de duerme-vela.
Un abrazo casi tan grande como tú.
Y pienso exprimirlos como diez.
Quiero perseguir escalofríos
por las curvas de tu espalda.
Acontecer en tu regazo.
Hacerte vibrar hasta expandirnos.
Contar lunares y algún pliegue.
Recostarme en la almohada.
Sonreír hasta llorar.
Mi apología de las cosas etéreas.
El descanso del arma oxidada.
La sublimación del deseo.
La nostalgia plena.
Hoy te asomaste a mi vida.
Encendiste un rescoldo.
Dudaba si amanecer
Otros ocho. O diez minutos.
Quizás más.