Elegí mi camino
y lo he seguido.
¡Soy Feliz!
Elegí mi camino
y lo he seguido.
¡Soy Feliz!
Con el tiempo,
he cambiado sueños
por escuetos acomodos.
No me gustó crecer.
Demasiado tarde.
Demasiado ingenuo.
He aprendido a domar estrellas
para guardarlas, paradójicamente,
en el fondo de la mesa de noche.
Apilo canciones y poemas
como quien siente miedo
de olvidar como vivió.
De vez en cuando un recuerdo
me grita quien quise ser
y miro de soslayo hacia otro lado.
Perfectamente preparado,
para ganar batallas y guerras,
acopio poses disuasorias.
Tal vez nada vale la pena.
Para guerrear por ella
debe madurar lo suficiente.
Si a esto lo llaman madurez
no sé si debí mandar a parar.
Infligirme un baño de ignorancia.
Aunque bien mirado,
lo mío es mío
y fue lealmente atesorado.
Si no gané todo lo que quise,
al menos peleé por todo
lo que se me antojó necesario.
No más nostalgia.
Todo lo que queda
debe ser intenso.
Será lo último.
Lo inesperado
Será bienvenido.ç
Lo inerte, lo reviviré.
Para que siga viviendo
o languideciendo.
Al fin y al cabo,
la extensa y silente llanura,
es un páramo de esperanza.
Brillo y silencio en la mirada.
Crujir de huesos en la empuñadura,
bajo la perfección labrada.
Hola y adiós a cada día.
Todo comienza y termina.
Un renuente ciclo sin fin.
Elige un faro y ponte bajo el cobijo de su luz,
hasta que vuelvas a brillar por ti mismo.
Me rodea un infinito y sombrío sentimentalismo.
Una mirada sobre el vacío de un horizonte desdibujado.
Impalpables nubes de sal que desertan de la cresta de la ola.
Un vacío voluptuoso que entrecorta el aire que inspiras
y te abandona cuando, inconscientemente, suspiras.
Una desproporción de fe sobre un huerto angosto.
De esta manera, debe languidecer el espíritu
cuando culmina una batalla y te invade el férreo sabor
que derrama la sangre y la sal agria del sudor que sobrevive.
Un desorden insustancial que emerge sobre el remanso
de una infértil ola rendida sobre la arena de la última playa.
La insípida victoria de una guerra librada para los demás.
Esos que, hábilmente te seducen para que entregues
la vida que te han donado, para sus ganancias terrenales.
La mano huérfana de la simplicidad
encalla entre caricias acostumbradas.
Empuñas el frio acero con el ansia del final
en que se convierten todas las batallas.
Quiero terminar de pelear.
Vivir como he soñado.
Aunque antes confieso que,
he olvidado cómo hacerlo.
Todos nos enfrentamos,
varias veces en esta vida,
a un abismo de ignorancia,
cuando no,
al miedo previo a la locura.
Un sabor amargo y metálico
que nos deja un retrogusto
entre la arena del desierto
y el metal del abismo.
Este mundo loco
donde los hijos caminan
al libre albedrio del destino
del que queremos protegernos.
Siempre.
Amamos desde el mismo momento
en que aprendimos a comprender,
entre la escucha el desgranado
de momentos imperceptibles
y un trivial goteo de ensueños.
Asidos a la esperanza de la abundancia,
buscamos el palíndromo de nuestros sueños.
Mientras tanto, retas a la vida rompiendo reglas
para evolucionar delante del amargor desbocado.
Nunca estamos suficientemente preparados
para sentir el fracaso de la deidad,
cuando el éxito te rodea obstinado
sobre un denso celaje de humo.
Nunca dejaremos huella
si no dejamos de mirar hacia abajo.
Pues lo único que haces
es limitar tu capacidad
para observar tu culminación.
Tiene algo de catarsis.
Algo de magia.
Algo de resurrección.
Si alguien te entrega su vida,
al menos, debes garantizarle
la vuelta concluyente a casa.
Asirte al mástil de la realidad
cuando te lo has jugado todo,
tratando de perseguir
la ilusión de ser otra cosa,
por enésima vez.
La vida es una sucesión
de extraños acontecimientos
que van y vienen.
Vienen y van,
mientras tratas de atraparlos.
Los buenos momentos.
Tus buenos momentos.
Nuestro momento.
Todos fueron,
ceniza cernida,
entre mis dedos,
por todos los vientos.
9 años ya.
No necesitas palabras
para caminar a mi lado.
Siempre que vayamos
por el mismo sendero,
y tus fuerzas
y las mías,
conformen nuestras fuerzas.
La vida te ha enseñado que,
hay seres que no hablan
y eres capaz de quererlos.
y otros
que no saben hablar con el corazón,
y los evitas para poder respirar.
Aunque a veces se cierne la oscuridad con el
propósito de ennegrecer el horizonte de manera incomprensible, recuerda que un minimo de luz es el comienzo del amanecer. Un abrazo . Feliz Navidad
Una pregunta que busca sacudir.
Homenaje a Gary Jules y su obra Mad World)
“Todo a mi alrededor son rostros conocidos.
lugares desgastados, caras exhaustas.
Las lágrimas llenan sus vasos,
sin gestos, escondo la cabeza.
quiero ahogar mi pena,
hoy y mañana,
y no hay mañana.
de alguna manera lo encuentro divertido,
de alguna manera lo encuentro triste,
los sueños en los que estoy muriendo
y son lo mejor que he tenido.
Encuentro difícil contártelo,
porque lo encuentro difícil de asumir.
Cuando la gente corre en círculos,
el mundo se vuelve loco, muy loco.
Me hizo sentir de la forma
en la que todo niño debería sentirse,
siéntate y escúchalos, siéntate y escucha.”
Cuantas veces,
la manipulada libertad,
huele simplemente
a moho y soledad.
Personas que gastaban sus días,
sus horas en cosas que no valían la pena.
Sin embargo, por alguna razón,
experiencia o circunstancia,
cambiaron de la foto gris al color.
De las lágrimas pasamos a las sonrisas,
de la muerte pasamos a la vida.
Pronuncio tu nombre cual sortilegio.
aquelarre; tal vez.
no quiero cumplir contigo.
quiero amarte en una vía de doble sentido
donde el perdón ofrecido y del perdón recibido
van más allá de la sola respuesta.
Una pregunta que busca sacudir.
Eres mi tesoro y mi recompensa;
un corazón vacío de mí mismo,
que engendró la mayor soledad.
Un mundo de fatuas guirnaldas,
a merced del prístino silencio.
Un día fui inédito y me faltó la paz.
Las posibilidades se sumaban de tres en tres.
Todo saldrá como es debido y como nos hemos amado.
No estoy aquí para ser el perdedor.
soy lo que soy gracias a ti.
Besarte me permite perder
la inmortalidad de golpe,
mientras arranco tu sonrisa
llenando mi vida de esperanza.