Pasan las horas

miércoles, enero 7, 2015 Permalink 0

 

La ventana mojada. Una nube satura la casa.

Tres notas reverberan.

 

Caprichosa cadencia repiquetea la lluvia tras el cristal.

La tarde se vuelve silente.

Vaga e insustancial,

como cuchillo que se hunde sobre el costal.

 

Pasan las horas.

Los días se deslizan lánguidos.

El aura menguante.

 

Las grandes gestas fueron cantadas

por simples juglares, bohemios o rapsodas.

Armado con un lienzo

una irreverente pluma garabatea.

 

Disfruto tus proezas cuando te enfrentas a los miedos.

Cuando el orgullo diseña tu destino.

Dibujas notas en movimiento.

Única y sensual.

Cada fragmento de tu cuerpo.

 

Arde el aire que te rodea.

La suave fragancia me esquiva. Revolotea.

Grite una sonrisa y me devolvió un instante.

Me haces volar sin moverme a ninguna parte.

 

Lo siento.

Sé que las palabras pueden ser dagas sangrantes.

Y sin embargo, nunca supe declinar la palabra te quiero

más allá del silencio.

 

Vacilante. Jadeante. Vagabundo.

Descubrir un color y ponerle tu nombre.

Compartir un paisaje y reinventar su horizonte.

 

Soñar con tus manos y despertar a tu lado.

Permite que disfrute tu alma con esta neófita locura.

Que la hábil pluma te reverencie.

 

Modelar viejas heridas en sutiles cicatrices.

Pintar de manera irracional los surcos de otra vida.

Rellenarlos hasta florecer con nuevos aromas.

 

Reverdece mis manos sembradas de olvido.

En el perdón del destino.

En el sueño de ser amado.

 

Esculpiré tu alma a golpe de sueños.

Los grandes y los pequeños.

Con cariño y con calma.

 

En los vigorosos e intensos momentos

en que cruzamos el umbral de la pasión.

En la deseable quietud sobre sabanas blancas

que estremeces cosida al calor de mi espalda.