Si yo fuera viento,
y tu pecho se abriera
de par en par,
Exprimiría cada latido
para libar tu sangre.
Una ofrenda pagana
para el dios del deseo.
Ese que convierte una cama
en nido de caricias y siseos
en la que el tiempo no termina.
Amarte con la sencillez
con la que una nube fija tu mirada.
Mientras surca el firmamento celeste,
y se alinea con tu espalda y mis manos.
Con tu cuello y mis labios.
Los sueños comienzan
y acaban en el mismo lugar.
Ambos frente a frente
con esperanza de mucho más.