Tu cuerpo, aun caliente, ilumina mi cara, aun con el débil palpitar que la noche nos regaló. Exhalas un viento refrescante, adornado de una madeja de flores. Agitas mi gutural cansancio Perlando la larga noche. Un arroyo corre entre nosotros, a modo de manto plateado. Me dormí soñando en verde entre nostalgia de la batalla celebrada. La mañana nos espera preñada de azul. Una loca mezcla entre llovizna y sol. Risas y llanto. Rimas y felicidad. Apoteosis de un loco susurro olvidado en la lejana juventud.