Junio.
Año 2020.
Casi Julio.
Me acosa la austeridad de sentimientos.
El ocultamiento consciente de sensaciones.
Caras y cuerpos que pasan del aroma y tacto
al recuerdo gris de una mente que languidece.
A un puñado de recuerdos fragmentados.
Abro las ventanas a lo acontecido.
Me obsesiono con la ocultación de la felicidad.
Preñado de descontento, pongo en riesgo
mi capacidad para recordar.
A la misma vez que lleno el aire del salón
De manuscritos falaces.
O tal vez veraces.
En realidad, me da igual.