¿Qué papeles debo firmar para la felicidad?
¿Acaso grises?, ¿Tal como cantaba Pablo Milanés?.
¿Acaso tatuados a lomos del viento?
¿En la salpicadura salina del mar en que te bañas?
¿En la comisura de tus labios?
¿Dónde moran las palabras contenidas?
¿Dónde me dices que me quieres sin sonido alguno?
Vincúlame a tu historia.
Se mía, como siempre he sido tuyo.
Incluso cuando eras desconocida.
Aire revoloteando en mis pensamientos.
Una reacción gutural encaminada hacia tu piel.
Un pesar de usar y tirar.
Mi territorio irreal.
Mi tesoro imaginario.
Quien tu sabes.
Quien yo sueño.
A quien destino mi papel.
Alternativa a la propia vida
Renovamos el valor de nuestra historia con cada beso
que nos apostamos, enérgicos, bajo el suave tacto
de las sábanas que nos rodean acompañando las manos.
Componemos un difícil equilibrio entre la pasión desgarradora
y la íntima sensación de nadar bajo el manto de tu piel.
Usamos el verbo a modo de novela negra.
Nos desplazamos bajo las sombras parpadeantes
de una farola que se extingue de soledad.
Un ritmo que anuncia una relajación de intensidad.
Preludio de la declaración de guerra más sensual del mundo.
Un himno al embrujo de tus labios. Al conjuro inexperto
del deseo nítido y nada convencional de tus sensaciones.
Poema inédito de mis manos.
Glosa de un apetito incólume.
Un ensayo que nació para soñarte
como virgen guerrera de mis estrellas
y anidó en mis memorias
como experiencia alternativa
a la propia vida.
El futuro será esclavo
del espacio que borramos de la piel.
Un canon a la poesía insinuada.
La sonoridad del sueño.
La conmemoración de la percepción.
Bienvenida a esta tribu de a dos.
¿Porqué?
Repaso el lienzo,
gradualmente garabateado,
que un día emergió níveo y expectante,
sin olvidar aquella sinuosa paleta de colores,
ni los pinceles que se ha quedado ajados
sobre el caballete de mis angostas memorias.
Nacieron, destinadas a conservar lo que fui,
para tratar de recordar aquello que me forjó.
Aquello que soy.
Y aquello que, aun, me gustaría ser.
Nunca fui poeta,
Tan solo un aficionado a enlazar palabras.
Un puñado de sentimientos que atormentan.
Y una minúscula bendición para entender
lo que se esconde tras los silencios y los fragmentos.
Con ellos fui tejiendo lo que soy.
Que coincide, habitualmente,
con aquello que pretendía,
o me atrevía a soñar.
Recuerdo un beso
que nunca recibí,
del que aun soy capaz de descifrar
como inventaba viento propio
con el que me erizabas la piel
y que la juventud me hurtó,
a cambio de un balón de fútbol
Y un par de fiestas desvaídas.
¿Porqué no bailamos?
¿Porqué no recuerdo tu aroma?
¿Porqué me cogiste la mano y,
en la siguiente esquina la soltaste?
¿Porqué?
Hoy compenso aquella ausencia
Con un recuerdo de lluvia
Canciones susurradas al oido
Y un frasco de ilusión.
Hoy camino solo.
Y la torpeza de la mente
me engaña,
aparentemente, adrede.
Una partitura escrita para piano y orquesta,
auspiciada por la ausencia de aquel beso.
Desafinada por la falta de las clavijas apropiadas.
No fuimos capaces de crear vida
con la fugaz razón del corazón.
Nos quedo en el aire
una conversación
bajo el influjo del alma.
Labio a labio.
Piel a piel.
Corazón a corazón.
El anexo vital.
Si aún vivo, o sobrevivo, o incluso,
si soy el recuerdo de cuando nací,
las alegrías y penas,
las penas y alegrías,
cabalgan en tropel.
Las pérdidas y el olvido,
son antesala del cansancio,
la privación, la desgana,
o la mengua del valor.
Te conocí y olvidé.
Esa fue mi expiación.
Recortar de mi frontera
el anexo vital.
Releo mis sueños
observando los detalles.
Fracaso en la inocencia,
parida en aquellos momentos.
Me reconforta sentir,
que el dolor ya me es ajeno.
Que el poco brillo de la mirada
se centra en lo que vendrá, en el inusitado tiempo que resta.
Fuiste la medida.
Incluso el estoico soporte
de los malos augurios.
Hoy,
eres evanescencia.
Fragilidad insustancial. Un prototipo disforme,
de inseguridad y falsedad.
Al menos, buscando lo bueno,
no soy aquello que pergeñaste.
Ni tan siquiera una sombra
ante el desafío de tu presencia.
Tal vez no he aprendido mucho,
pero he sobrevivido.
Y aprendí a volar.
Solo, pero a volar.
La libertad vuela en círculos
El espacio lo cambió todo.
O, tal vez, la sombra de una flor caduca,
que no difería de la lozana virtud.
Los momentos dejaron de estar casi llenos.
Los apresurados trazos de tus versos,
culminaban al borde de un abismo.
El intercostal latía vacío.
Los cimientos de nuestra canción,
desafinaban como perdidos.
Las historias continúan.
La divergencia se asienta.
La libertad vuela en círculos,
mientras que las palabras se aprisionan.
Las novelas, de negro espíritu, se amontonan
sobre la mesilla de noche de tu lado.
En el mío, el polvo de ilusiones emancipadas,
culmina una sonata.
Se desinfla la obertura.
Tiempo de réquiem.
Tiempo de espera.
Mi razón
Eres mi razón.
Mi eternidad.
Mi propio mundo
Cuando los sueños,
llenos de hastío,
no te hacen caso,
tan solo nos queda
un mundo de realidad
aplastante.
Los labios cuarteados
perciben el frio,
mientras los ojos,
cerrados a fuego,
vagan perdidos
entre recuerdos enterrados
y murmullos lejanos.
Pero, ¿Sabes?
Aun me quedan entrañas
y una bocanada de fe,
a modo de sustrato.
Para mi propio mundo.
Para mi nuevo mundo.
Amarlo todo
Transitamos este mundo eligiendo y decidiendo sobre estigmas e ilusiones
y así, poco a poco, estamos donde elegimos estar.
Fuimos transformándonos mientras irradiábamos transformación en las personas
que, silentes, caminaban a nuestro lado con devoción.
Conversaciones que partían del intercambio de ideas y experiencias intensas
que daban dignidad a una reflexión efervescente maravillosa.
Al fin y al cabo, la tecnología no nos transformará por sí misma, sino que
debemos trabajar, día a día, codo con codo, el labrar la adecuada actitud.
Liderar es el trabajo mas dignificante y difícil de este mundo, pues necesita
de la sabiduría suficiente para servir a los demás.
Despertamos la imaginación mientras la compartimos con alegría, amando algo,
que, al fin y al cabo, es el principio fundamental para amarlo todo.
Expande tu horizonte alejándote de lo ególatra y concéntrico mientras puedas
y hallarás nuevas ilusiones como manzanas brotan del árbol.
La coincidencia en lo divergente va cincelando el sentido de la vida mientras buscas
las conexiones por las que encajan las piezas ante tus ojos.
Si quieres legar tus sueños, mejor abre en los demás una nueva manera de ser.
Ya deberías saber que el miedo nunca debe tener la ultima palabra.
El encanto del aroma a café
Me dejan de piedra tus sueños.
Batallas en Marte ganadas a la niñez.
Volaste, tímida, lejos de la soledad,
anidando en aquella luna de agosto.
Ilusiones cosidas al doblez de mi aliento.
Miradas que vuelan bajo el remolino.
Ruedan las gotas de lluvia
Frías como sábanas en invierno.
La almohada nunca volvió
a ser una morada compartida.
El encanto del aroma a café
ha mutado a tertulia de bar.
Perdí una batalla con sabor a guerra.
Buceo entre besos sin recompensa.
Mi pequeña princesa incendió mi alma.
Ya no escucho ni mis propias plegarias.
Pasabas por mi vida y acomodé mi corazón.
Me recreo con pueriles malabares en tu cuerpo.
La peor herencia que has dejado
es mi orfandad de presentimientos.
Perfiles adormecidos
Cada vez que me pregunto quién soy, me estoy reinventando.
Cada vez que miro bajo la piel, encuentro perfiles adormecidos.
Viejas reivindicaciones más o menos colmatadas de complacencia.
Ayudas bienintencionadas que no valoraron en su justa medida.
Cascos, banderas y escudos obsoletos de tanta guerra estéril.
Canciones a modo de mantra para tranquilizar un alma inquieta.
Puertas a la maldad que sale en el momento inoportuno y crece.
Prótesis para la ilusión necesaria para seguir construyendo metas.
Certezas que eclosionaron de una esperanza sabiamente escogida.
Lealtades altruistas mas allá de una fidelidad entregada sin más.
Una rebelión ante el hecho de convertirme en una armonía conquistada.
